miércoles, 6 de junio de 2007

Una Europa por la paz


Una Europa libre de armas nucleares

En todo el mundo, científicos y artistas, militares y pacifistas, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, dicen: ¡la guerra es un desastre!

Europa representa para muchos una aspiración, un modelo económico, una referencia cultural, la idea misma de bienestar y seguridad social. La Unión Europea crece y siempre nuevos países piden poder formar parte de la misma. Europa quiere “promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos” pero este deseo choca contra una realidad que en los últimos años ha cambiado velozmente: el terrorismo internacional, la guerra en Irak, el recurso de la violencia para resolver los conflictos internacionales, regionales y locales, la estrategia de la guerra preventiva y sobretodo una nueva loca carrera de armamentos nucleares.

Las declaraciones de Estados Unidos y de Francia sosteniendo la posibilidad de usar ellos primero la bomba atómica contra el terrorismo, las afirmaciones de Japón sobre la posibilidad de entrar en el mundo de las armas atómicas para fines defensivos, la intención de Irán y de Corea del Norte de continuar con su programa nuclear, dejan a todos consternados.

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martes, 5 de junio de 2007

Denuncia de la utilización de psicofármacos en niños y jóvenes

El uso de psicofármacos en la población infantil y juvenil es alarmante: el Trastorno por déficit de atención con Hiperactividad (TDA/H) es sólo la punta del iceberg.

España ocupa el tercer lugar, por detrás de Canadá y EEUU, en número de prescripciones de antidepresivos, ansiolíticos, etcétera, a la población infantil. La Comisión Europea calcula que entre el 50% y el 90% de las medicinas que se recetan y administran en la infancia no han sido nunca previamente ensayadas con niños. Los resultados son sobredosis por errores de cálculo, ineficacia del tratamiento y efectos secundarios imprevisibles.
Los laboratorios farmacéuticos tienen un claro interés económico en medicalizar los problemas de la vida, y ahora ya existe un enfermo para cada fármaco.

Ya no es raro que los niños y adolescentes se vean abocados al consumo de “psicodrogas” para superar dificultades evolutivas comunes, que ahora son catalogadas de “trastornos de la conducta”. Esa supuesta sintomatología se obtiene diagnosticando como patológica la normal necesidad del niño de atención, movimiento, juego y habla. Los niños pequeños no pueden ser silenciados y paralizados sino a costa de su desarrollo físico, emocional e intelectual.
Los psicofármacos tapan los “molestos síntomas”, a la vez que reducen la inquietud y creación intelectual, generan un bloqueo emocional que dificulta la capacidad de recordar cosas por asociación y, en definitiva, disminuyen la necesidad y las ganas de vivir que, en algunos casos, les lleva al suicidio en momentos de abstinencia o lucidez.

El consumo de drogas tantas veces usado para aniquilar la fuerza transformadora de las generaciones jóvenes, se ha institucionalizado a través de la popularización del uso de psicofármacos y diagnósticos que no dejan espacios para preguntarse en qué condiciones vive ese niño, o qué aprende en la escuela, o a qué sistema de relaciones hipócritas y violentas se ve sometido en la familia y el medio.

Este nuevo significado de la salud, basado en diagnósticos y tratamientos interesados, trasciende al quehacer cotidiano del individuo adulto, que en su mirada confusa y contradictoria, arrastra tras de sí a los más pequeños, que sin ningún tipo de mecanismos de defensa, al ser etiquetados y psiquiatrizados, son condenados al sin sentido. Es necesario implementar urgentemente:

• Mecanismos de control para evitar la sistematización de los tratamientos con psicofármacos en niños y adolescentes.

• Esclarecimiento a la población sobre las consecuencias a medio y largo plazo de estas prácticas “supuestamente médicas”.

• Vigilancia exhaustiva de las tácticas de la industria farmacéutica para abrirse mercado y expandir su red de traficantes institucionalizados.